Ley del siete.

Padre_tiempo

En una fiesta, reunión o un bar regularmente conoces gente de todo tipo y edad. Nunca fui dado a responder con un “cuántos me ponés” a la pregunta de “¿Cuántos años tienes?”. La vida, la genética, el ejercicio, la dieta, el deporte, el bourbon y el vodka han puesto en mi cara menos de los que tengo. Paso por menor, no es que importe, me da lo mismo la verdad, con orgullo digo sin titubear: tengo 41.

La reacción a esa respuesta es variada. Desde el “no parece” al “¿en serio?, no me mientas, tu no tienes más de 30” y bueno, genética les decía, pero, siendo honestos, no solo los tengo sino que en serio los aparento y los llevo sobre mi uno y cada uno de los 41.

¿A qué viene esto? Pues es simple, la diferencia de edades se ha vuelto un tema ahora que, no por decisión propia, volví a la soltería. Salir de nuevo al ruedo implica conocer gente nueva, interactuar y ampliar “el mercado”. Obvio, ya estoy en el usado y casi para reparación, no hay que negarlo, pero puedo aspirar a una conductora sin experiencia como a una Fittipaldi. Hay de todo, gracias a Dios.

La edad no es un limite ni un reto. Aceptar la diferencia es el primer paso y si, aunque suene a frase de cajón, no es tanto los años sino como los has vivido. La edad importa, obvio, porque la formación de tu modo de pensar, tu raciocinio y tu lógica se dan en entornos diferentes. Ahí la diferencia más fuerte.

Los métodos de enseñanza cambian. Ya no educan con regla o una disciplina fuerte. La investigación se reduce a lo que me cuentan y la profundidad de nuestros océanos académicos de a poco van quedando en riachuelos mediáticos.

Por ejemplo vos, si, la que acaba de preguntar por Fittipaldi. (guiño-guiño).

No tengo problema con la diferencia de edad, de hecho he podido compartir momentos muy chéveres y hasta bonitos de mi vida con personas 12 y 15 años menores que yo y, en un ataque de aventura tal vez poseído por Indiana Jones, una 21 años mayor que yo (la maestra, maestra).

Les decía, no es tanto la cantidad de años sino lo vivido en ellos, lo hecho y la forma en que crecimos. Sé que no es de mi invención o una teoría propia pero no encontré la referencia, hay una especie de norma que habla de la “ley del siete”.

Antes de seguir es importante aclarar que en las relaciones y en términos de compatibilidad la química es otra cosa y la atracción otra más (incluida la sapiosexualidad de la cual me alimento porque Dios me caricaturizo desde mi creación). Esto no tiene que ver con lo físico, es lo mental, es lo que fundamenta relaciones.

Dicta la norma, “la ley del siete”que la compatibilidad entre dos personas es mayor si entre la fecha de nacimiento del uno y el otro hay siete años o menos. Es decir, a mis 41 debería, para que sea mucho mas tranquila y llevadera, tener una relación con alguien de 34 a 48 años.

Tiene sentido. Estaremos en momentos de vida similares. Profesionalmente hablando tendremos casi la misma experiencia laboral, lo académico estará chuleado o pronto lo será. Las ilusiones acerca de matrimonios, hijos y la idea de familia estarán claras.

No habrá deseo de locuras que no podamos compartir y, seguramente, el historial crediticio tendrá los mismos componentes.

Nuestra juventud nos la pasamos con las mismas modas desde la mota ALF hasta la lambada y ambos vimos la misma televisión desde los tres canales, la perubolica, el incipiente TVCable hasta el DirecTV de hoy.

Tenemos lugares, eventos y personas en común. Compartimos historias y ninguno de los dos domina o dominara Snapchat.

Una persona ocho o más años mayor o menor vivió otras cosas, no tan diferentes, pero, por ejemplo, le tocaron capítulos de El Chavo en vivo, a mi también pero de la tercera temporada en adelante, a ustedes la repetición. ¿Ven a lo que me refiero?

¿Ah entonces no vas a salir con alguien menor o mayor? Tampoco hasta allá, les digo, acá entra el complemento con lo físico, la atracción, el deseo y las ganas. Pero, una cosa es llegar y otra quedarse, soy de los que construyen sobre buenas bases, prefiero esa empatía intelectual y la simpatía en las ideas antes de esas noches que terminan al llegar el taxi.

“Ley del siete” no por nada es el número de la suerte. Ahí les dejo la inquietud.

Germán Salcedo Cajiao

@germanchos

*Foto: erbparodies.wikia.com

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